viernes, 14 de febrero de 2014
lunes, 3 de febrero de 2014
UNA MUJER ASOMBROSA
Había llegado a
ser apreciada, importante y querida no
sólo para su familia, sino en su espacio de desarrollo profesional. Tras haberse capacitado y superado por mucho
a varios de sus colegas, se sentía satisfecha.
Consiguió lo que muchos anhelan: el prestigio que brinda una carrera sin
errores a pesar de los obstáculos.
“La fortuna es que, como académica que soy, no importa la
edad. En muchos trabajos la edad, que
trae consigo la sabiduría, se desprecia”, solía pensar y externarlo con su
familia.
Hace casi un año y
consecuencia de su labor intensa, Leonor tuvo un episodio de hipoglucemia. “Es que no me da tiempo de comer”, solía
decir cuando regresaba a su casa, después de casi doce horas de ausencia, como
respuesta a la mirada de sus hijos.
El sonido del despertador anunciaba que era
tiempo de despertar, las 4:30. Ella se
levantaba con agilidad, se preparaba para salir y antes de las 7:00 ocupaba su lugar;
estaba lista, sabía lo que había que hacer y lo que tenía que sugerir a
los jóvenes técnicos que trabajaban a su
cargo. Tenía un trato afable para cada
uno de ellos, quienes la consideraban, suponía, no solamente como su mentora,
sino como una madre, una tía, una hermana…
Después de la
crisis, vino un restablecimiento rápido.
Tan pronto como se sintió bien, regresó a su trabajo, el lugar es
precioso, un remanso de paz y majestuosidad, es bellísimo el recinto y sus
alrededores. Cuando llegaba ahí, el
ambiente arbolado, los edificios escolares, la zona cultural, todo le recordaba
su origen y su condición actual, su desarrollo y su progreso, su valor y su
valía.
“Creo que voy a renunciar a la jefatura y me dedicaré a
terminar mis investigaciones que aún no he completado”, solía decir a su hija, quien se entusiasmaba y
sentía gran orgullo.
Ahora Leonor
aprendió a vivir de otra manera, una es
el resultado de la construcción cotidiana, cada día es un peldaño que la hace
subir hacia la definición de la persona y ella está en el momento de la
reflexión, del reposo, de la construcción de un futuro diferente, con menos
prisa y más paz, con menos preocupaciones y mayor tranquilidad, con menos
compromisos y mayor seguridad, con menor contacto social pero más amor y
cuidados de su familia. La etapa que
vive es de re-conocimiento, el reencuentro con los suyos, el disfrute de las
cosas simples y complicadas pues ahora tiene el tiempo para compartir con los
suyos, de conversar y escuchar, de querer y ser querida.
Leonor está
satisfecha, ha transitado por el tiempo a tiempo.
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