Ojalá pudieses
saber cuánto te necesito, todo lo importante que eres para mí. Desde que llegaste a mi vida, lograste una
transformación enorme en mi persona y también en la tuya.
Han pasado ya muchos años, en este mes se
cumplen 17; durante este tiempo he aprendido a valorar muchas cosas, el caminar
por las calles, el conversar, escuchar tu voz, eres imprescindible para mí. Dice Bertrand Russell que uno quiere a los
demás porque se quiere a sí mismo y valora lo que de bueno tiene el otro para
uno; estoy de acuerdo pero aún más, estoy dispuesta a traicionarme, a perder la
posibilidad de vernos, hablarnos, sentirnos con tal de que estés bien.
Tu secreto me coloca en un dilema: si lo
guardo, no harás nada para salvarte y te seguiré viendo mientras tú puedas ser
independiente; si no lo hago, si traiciono tu confianza, conseguiré que salves
tu vida aunque seguramente dejaremos de estar juntos.
Si en realidad pudieses imaginar cuánto me
duele esto, cómo quisiera que las cosas fuesen diferentes, que estuvieras bien,
que tuviéramos muchos años por delante, que ambos tuviésemos la posibilidad de
continuar el camino que iniciamos juntos y que debería terminar como uno solo. No sé qué más puedo decirte, solamente que me
lleno de temor ante el futuro, que no sé qué haré cuando ya no estemos
juntos. Si yo tuviera la posibilidad, te
llevaría al doctor, que te hicieran todos los análisis que requieres, que se
tomaran las acciones adecuadas y vigilaría que siguieras al pie de la letra
cada una de las recomendaciones.
Desde que me lo dijiste, no me siento
tranquila, tengo un gran peso sobre mí.
Sólo yo lo sé, y puedo hacer varias cosas, pero te respeto y quiero
demasiado. Por favor, cuídate, come,
descansa, relájate, permite que te cuidemos y, sobre todo, que te queramos como
lo mereces.