Te llevo continuamente conmigo, al igual que a mi hijo y a mi padre. Ustedes me acompañan en los momentos de alegría, en los que la soledad y la tristeza me ahogan, estás presente en algunos sueños y sobre todo,en el profundo agradecimiento que experimento.
Pero este texto es dedicado a ti, Tere Camarillo, como siempre te identificabas con tus pares y para los amigos y familiares, sólo eras Tere.
Para mí, fuiste mamá, guía, apoyo.
Estos años sin ti me provocan la reflexión de lo vivido a tu lado, de tus cuidados y tus regaños, creo que nunca fui la hija que tú anhelabas. Fui rebelde y la comprensión me hizo mucha falta. Tú fuiste y eres una madre exigente pero comprensiva y gracias a ti pude terminar una carrera profesional, utilicé tus ojos para acceder a los textos, tus manos en la elaboración de materiales, recuerdo cuando me ayudaste a “vestir” las imágenes de un cuento infantil.
Tú estuviste conmigo cuando nació Emilio y durante su crianza.
Tengo la convicción de que nunca pude ni podré pagarte porque sé que, aún cuando estés satisfecha al observar lo que soy ahora, no fui la hija que tú hubieras querido.
Cuando dejaste de trabajar, en 2014, la directora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de ese tiempo, te dio un obsequi, era un cuadro con una imagen y la frase “Mujer ejemplar”, te sentías sorgullosa y cuando alguien iba a visitarnos, tú te parabas frente al regalo dado por Lupita y lo leías en voz alta.
Por eso, hoy que es el día que cumples 4 años en la eternidad, en el otro plano, quiero decirte dos palabras: GRACIAS y PERDÓN.,
