lunes, 12 de junio de 2023

UNA VIDA CON SENTIDO



 Muchas veces, cuando adolescente, me inconformé con el poema “En paz”, de Amado Nervo.  Me parecía absurdo que el poeta pudiese sentirse feliz de haber sufrido y triste de haber gozado.

    Tal vez se debe a que, después de vivir desgracias indecibles, una busca la resignación optimista, que la lleva a concluir  que lo ocurrido fue lo mejor que en su momento podía pasar. 

   Hablo sólo por mí, estoy bien, no feliz pero sí tranquila, de haber sufrido, de haber devuelto a mi hijo y a mis padres y creo que las cosas ocurren por y para algo.  De mí, ¿qué puedo esperar?  Aún no lo tengo claro, sólo que debo hacer cuanto pueda para favorecer el presente que dé lugar a un mejor futuro a mis nietos.

  Además, me siento afortunada por la familia que tengo porque, aunque he devuelto a varios de ellos, no los perdí, están conmigo lo mismo que mis hermanos, primos, tíos, Mary, Santiago, Darío y Emliano --esposa de mi hijo y mis nietos-- y grandes amigos, además de mi compañero, con quienes, a partir de los eventos terribles vividos años atrás, fortalecí los lazos que nos unen.

   Ahora, a mis 57 años de vida, continúo inconforme con lo que el poeta afirma en su creación, porque sí estoy de acuerdo con lo que de malo viví, pero también con lo que de bueno he experimentado a lo largo de mi historia.