jueves, 26 de noviembre de 2020

VIERNES 30.

 


 

Cuando yo era una niña, se decía que el martes 13 era día de mala suerte y además, había un dicho que versaba “es martes: ni te cases ni te embarques”.  De tal manera que no sólo era el número 13 sino el día de la semana que completaban una suerte pésima. 

   Luego fue exhibida una película de terror titulada “Viernes 13” y a partir de ahí, se popularizó la creencia del día de mala suerte y se trasladó de martes a viernes.

Bueno, yo nací un 13, pero fue lunes.   Mi mamá decía que todo eso de las creencias sobre la mala suerte eran sólo eso, porque si alguien perdía, por ejemplo, dinero, alguien lo encotraría y para el último, sería buena suerte.  Así lo pensé durante años.  No creía en la buena ni en la mala suerte, pero sí en el destino…  Eso de que uno es arquitecto de su propio destino no es verdad, uno determina cómo afronta su destino, pero es incapaz de modificarlo.

   Los días que a mí me resultan impactantes porque en ellos ocurren cosas que de alguna manera marcaron el rumbo de mi vida es el viernes 30.  el suceso más sublime y el más doloroso en mi vida ocurrieron ese día; hay otro momento clave que redirigió el rumbo de mi “porvenir” y que constituyó la culminación de un intento y el inicio de otra forma de vida.

   Un viernes 30 del año 1982, el nacimiento de mi adorado hijo iluminó mi camino.  Yo era muy joven, no conocía la vida y, sin embargo, con el apoyo de mi familia logré mantener y criar una nueva vida.  A la distancia, sé que Emilio es lo mejor y más importante de mi vida.

   Un viernes 30 del 2019 me fue arrebatada la vida de mi hijo.  Todo se tornó oscuro, él dejó en un escrito la fecha de su muerte: Viernes 30 de agosto.  A partir de ahí, mi  vida tomó un giro diferente, intenté conformar otra familia con mis nietos y fue en viernes 30 del 2020 que ese intento terminó…

No sé si haya algo de cierto en mis observaciones, pero de lo que sí estoy segura es que los tres sucesos impactantes para mí han provcao un giro en mi vida y han modificado el rumbo hacia la conclusión de mi destino.

   No sé cuándo me tocará partir hacia el otro plano, cuando me reúna con mi hijo y mis padres, lo que sí sé es que aún debo hacer varias cosas y que debo darme prisa porque ante lo incierto y frágil de la vida terrenal, debo aprovechar cada momento para intentar cumplir con mis cometidos.