jueves, 29 de julio de 2010

El enigma de Jesucristo

Daniel Massé, el precursor de la desmitificación evangélica

En 1926 se publicó en Francia la gran obra en tres tomos de Daniel Massé “El enigma de Jesucristo”. 




Tomado de http://israeltour.ifrance.com/massada%20et%20desert%20de%20judee.htm

La principal conclusión a la que llegó Massé es que Jesús era el primogénito de Judas de Gamala, el líder judío, que entre los años -4 y 6 combatió a los romanos ocupantes de su patria y a sus aliados (los príncipes herodianos) con miras a restablecer la independencia del pueblo judío que sólo podía tener por rey a Iahvé y no a gobernadores romanos ni a testaferros idumeos y no judíos como eran los herodianos. Judas de Gamala fue el creador de la llamada secta zelote (celosos de la ley mosaica) que combatió a Roma hasta la guerra iniciada en el año 66 que terminó con la destrucción de Jerusalén el año 70 y con la toma de la fortaleza de Masada en el año 73.
El hijo primogénito de Judas de Gamala fue Judas Bar Judas (Judas hijo de Judas) y continuó la guerra iniciada por su padre hasta su muerte a manos del prefecto Pilato en los años 34-35. Sus partidarios lo conocían como Ioanes o Juan, que significa revelador de Iahvé. Cuando, mucho después, el protocatolicismo fusionó la figura del Mesías (el rey ungido que restablecería la monarquía) judío con la del Eón gnóstico (el ser puramente espiritual emanado de la divinidad, enviado para revelar a la humanidad su origen celestial y librarla de las garras de los arcontes o seres malignos que reinan en el mundo) se le dio un nuevo apodo, el de Jesucristo que significa el Mesías salvador y se le convirtió en un ser divino y humano. Jesús y Ioanes-Juan (que en los evangelios aparece con la denominación de “el Bautista”) son por tanto un mismo personaje.
Judas Bar Judas (Jesús-Juan) no pudo resucitar en forma alguna, por cuanto su cadáver fue exhumado por el emperador Juliano en agosto del año 362 en la ciudad de Sebaste (la antigua Samaria). Esta es quizá la tesis más impactante y probablemente la razón por la que ciertos intereses han logrado impedir reediciones posteriores de la obra de Massé.
El Apocalipsis de Juan que figura en el Nuevo Testamento, en su versión original, fue la proclamación de guerra contra Roma dirigida por Jesús-Juan a sus partidarios. Este documento, lleno de odio hacia el ocupante romano y de ansias por su destrucción, es para Massé el documento más fiel del cristianismo primitivo hoy conocido como judeocristianismo. El anuncio del reino de mil años que debería llegar una vez destruida la Bestia (Roma) y su aliado (el demonio) fue durante muchos años la creencia básica de quienes se unieron al cristianismo y sigue originando movimientos milenaristas esperanzados en la destrucción de este mundo y en su reemplazo por uno mejor.
A través de su vasta obra Massé desmitifica con lujo de detalles los relatos contenidos en los evangelios y en el Nuevo testamento en general y demuestra como éstos y otros documentos del catolicismo primitivo fueron antedatados para prestarles una veracidad histórica de la que carecían.
Massé afirma en su obra que el primer cristianismo fue el cristianismo gnóstico de Cerinto y Valentino que postulaba un Jesús (salvador) puramente espiritual y que la tesis católica del Jesús encarnado en un Mesías judío fue posterior y fruto de una elaboración que duró varios siglos. Esta tesis fue ampliamente demostrada en 1934 por el teólogo Walter Bauer en su libro “Ortodoxia y herejía en el cristianismo primitivo” y es hoy día compartida por la mayoría de los expertos no comprometidos con el Vaticano (ver por ejemplo “Cristianismos perdidos” de Bart Ehrman). Massé expone cómo la “Historia eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, el obispo amigo del emperador Constantino fue una sarta de invenciones destinadas a oscurecer este hecho y a convertir el cristianismo original (el gnosticismo) en una herejía del catolicismo.
La interpretación de Massé de un Jesús Mesías guerrero celoso de la ley mosaica, jefe de un movimiento judío de resistencia al invasor romano, no nació con él (su primer defensor fue Samuel Raimarus en la segunda mitad del siglo XVIII) pero sí recibió gracias a Massé su mayor fundamentación e impulso. Entre otros muchos, han defendido esta interpretación posteriormente Cecil Roth y S.G.F. Brandon en Inglaterra; James Tabor y Robert Eisenman en Estados Unidos; Robert Ambelain en Francia y José Montserrat Torrents y Gonzalo Puente Ojea en España.
Aunque los autores citados y otros han desarrollado las tesis de Massé, es difícil o imposible igualar la fuerza en el discurso y el lujo en la argumentación y en la erudición con que Massé las presentó. Por eso leer su obra sigue siendo un placer inigualado. Es muy fácil bajarla de Internet. Se busca por “L’énigme de Jésus Christ Daniel Massé” y sale de primero. ¡Ánimo, vale la pena!.

Tomado de http://ateosyrepublicanosmentiras.blogspot.com/2008/08/daniel-mass.html

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