Después de que Benito Juárez confiscara los bienes de la Iglesia,
recibió una carta del Papa comunicándole su excomunión. Todavía con la carta en
la mano, llamó al ministro de la guerra y
le dijo:
- Va usted a Veracruz y ordena que orienten el cañón más grande de la
batería hacia el Vaticano, ¡y lo dispara!.
- Pero, señor, no va a alcanzar, le contestó el ministro.