domingo, 26 de junio de 2011

PARA CARLOS CUEVAS PARALIZÁBAL, DESDE ESTE MUNDO

Soy afortunada.  Por suerte, tuve unos padres excepcionales, aunque con los grandes defectos que cualquiera puede tener.  Yo, por ejemplo,  soy impaciente,  me enfurezco rápidamente, pierdo el control  pero también soy temerosa, temo a la crítica, al cuestionamiento, al deterioro físico, pero no hago cosa alguna para evitarlo.
   Mis padres también tienen defectos, pero a cambio grandes virtudes.,  Hoy quiero escribir acerca de mi padre, Carlos Cuevas Paralizábal, hombre cargado de defectos pero también de grandes y valiosísimas virtudes.
   Cuando lo recuerdo, me  inflama una sensación de añoranza e impotencia, aunada a la de un arrepentimiento enorme.  Creo que no le dije suficientes veces cuánto lo quería y admiraba.
   Era sabio, cualquier  duda o desconocimiento de un tema, sobre todo del idioma o histórico, él lo sabía y, si no lo recordaba en el instante, sabía exactamente a qué fuente recurrir para obtenerlo, incluso  en qué lugar de la página se encontraba.
   Un amigo entrañable, cuando en medio de una charla en la que no teníamos una respuesta, me  aconsejaba: “Pregúntale a tu papá, que es una enciclopedia”.
   Yo quisiera que mi  papá, periodista y escritor, pudiese ver este blog, que se enterara que intento, desde mi ignorancia y bajísimo  saber, rendirle un homenaje, por eso intento escribir  novelitas de la vida diaria.
  Lo recuerdo cuando niña, que se encerraba en la habitación en la que estaba su enorme Olivetti, mecánica y el sonido de las teclas era, creo ahora,  como la voz del tenor.  Ahora que yo intento escribir, me doy cuenta todo lo que implica: compromiso,  convicción, postura, pasión y diversión.
   Nunca me había atrevido a escribir  y fue gracias a ese amigo entrañable, a su insistencia, que me decidí.
  Imaginar,  indignarme o semiotizar mis experiencias  reales y subjetivas, crear personalidades diferentes a la propia, eso es lo que hacía mi papá diario, cuando a partir de una noticia creaba un ambiente para intentar explicar los hechos en sus textos denominados  La  Novela Diaria de la Vida Real.   Ahora yo intento imitarlo.
    De verdad, quisiera tener la certeza de que él puede enterarse, que puede saber cuánto lo quiero y que lo que escribo es, además de que me apasiona, un pequeñísimo tributo a su recuerdo.