martes, 22 de septiembre de 2009

Bendita sea la diferencia





La vida nos presenta obstáculos que parecen insalvables y que, cuando repensamos en la situación propia y la comparamos con la de otros, nos posemos sentir afortunados o desafortunados, según con quién se haga esa contrastación.





A lo largo de mi vida he conocido varias personas que me han dado orientaciones, apoyos, afectos, disgustos, alegrías y, sobre todo, me han permitido concluir que bendita sea la diferencia.

   A todos ellos les doy las gracias y ahora, en especial, a mi familia, a mi pareja y a la señora Lety, quien es una mujer que me acompaña cuando lo solicito y me apoya en mis traslados de un lugar a otro.  Además, debo decir que a ambas nos gusta platicar, acción que se repite cada vez que nos vemos, es decir, cuatro veces al día.

 
   Hoy, pensando en la familia, que abarca ya tres generaciones, en el compañero afectuoso y en las personas a las que conozco bien y puedo apreciar, sólo me queda repetir lo que Violeta Parra cantaba:  GRACIAS A LA VIDA.


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