lunes, 30 de noviembre de 2009

BULLYIN, UN PROBLEMA NO ATACADO EN MÉXICO.


 Escuché el término recientemente, en una plática informal en la que se hablaba de los niños difíciles y agresivos.  Desconocía que su estudio se inició desde la década de los 70s, cuando yo era niña y debo decir, no recuerdo que este tipo de agresiones se hayan dado, al menos en las escuelas a las que asistí.  Eran escuelas públicas, es decir, oficiales en las que la cuota era anual con carácter obligatorio y, además, recuerdo que las madres de familia de los pocos niños traviesos, delegaban públicamente la responsabilidad y el derecho de instruir, regular y educar a sus hijos a las profesoras.  Las maestras, personas responsables y comprometidas, corregían sin agresiones a los menores, eran rígidas y consistentes en las reglas tanto dentro del grupo como fuera de él, es decir, en la escuela.  

   Se dice que el bullying o acoso escolar es una patología social, se menciona que su origen se encuentra en la agresión intrafamiliar, pero este tipo de agresión siempre ha existido para nuestra desgracia, así que es poco factible que solamente se deba a esa causa.  Considero que la descomposición social que vivimos es multifactorial, es decir, proviene de varias fuentes, algunos de ellos serían, a mi parecer, la familia, la influencia social externa (amigos, conocidos, ambientes geográficos), la miseria, la ignorancia, la falta de expectativas, el buscar la identidad no con  sujetos edificantes (a través de campañas de desprestigio a los héroes), la difusión a través de la televisión de emisiones cargadas de mensajes disolventes y violentos, etc.
  
El día de hoy ocurrieron  dos hechos con niños de diferentes escuelas y de diferentes grados, lo único en común es que son escuelas pertenecientes a la Delegación Gustavo A. Madero, al norte de la Ciudad de México.  

   El primer acontecimiento fue con alumnos de sexto grado de educación básica, es decir, alumnos del último grado de primaria cuyas edades fluctúan entre los 11 y 12 años.  Son niños con problemas de conducta y, en consecuencia, de aprendizaje.  Estaban recibiendo apoyo de matemáticas, pues no han consolidado la multiplicación y, por ende, la división.  De repente, uno intentó cortar el trabajo con una emisión bastante absurda e intimidatoria "el chavo tiró la mona" y después agregó:”yo sé dónde venden mariguana"; después miró a todos, incluyendo a la maestra, en forma retadora y burlona.  Como es lógico, la maestra lo llevó a su grupo pues el menor había transgredido las reglas que hay en el aula.

   El segundo acontecimiento fue con niños de segundo grado de primaria, cuyas edades fluctúan entre los 7 y 8 años de edad.  Después de recreo, al subir las maestras de grupo y la de USAER, entraron al salón y vieron a un niño que sujetaba a otro, y un tercero le estaba golpeando los testículos mientras el que lo sujetaba le decía "pégale".  Después se habló con los agresores, quienes se defendieron argumentando que el niño víctima los había insultado: MENTIRA.  

   ESTE ES UN LLAMADO A LAS AUTORIDADES LEGISLATIVAS, QUE NUNCA HACEN NADA, PARA QUE REGULEN A LAS CADENAS DE TELEVISIÓN, A LOS VENDEDORES DE ARTÍCULOS DISOLVENTES, PARA QUE PERSIGAN A LOS VERDADEROS CAUSANTES DE LA DECADENCIA SOCIAL A TRAVÉS DE LA CREACIÓN DE LEYES AFICACES Y ALPODER JUDICIAL PARA QUE SEAN EFICIENTES Y FIABLES Y LE DEN A LA POBLACIÓN LA SERENIDAD Y TRANQUILIDAD QUE SE NECESITA.

   Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece y creo sinceramente que el gobierno que nos merecemos muchos de los mexicanos debería ser responsable y comprometido en la formación de sus habitantes, que les brindara instrucción suficiente para que no se portaran como neandertales.

   Por lo pronto, nosotros mandamos llamar a las madres de los niños agresores y pretendemos que, en equipo, trabajemos para el bien de los niños y de nosotros mismos.  Lo de la droga y la disolución social, no nos compete a nosotros sino a las autoridades, que sería regular e impedir que la droga, la violencia televisada que no hace sino desensibilizar a las personas --niños y adultos-- se erradiquen de la programación.