lunes, 29 de marzo de 2010

UN NIÑO INTELIGENTE.


A los pocos meses de haber nacido, Mariano era un bebé avispado y curioso, parecía interesarse por todo cuanto había y ocurría a su alrededor. 
Cuando cumplió los 4 años, el pequeño niño disfrutaba las lecturas de todos los papeles que caían en sus manitas regordetas.  Era una emoción indescriptible poder observar a un niño de esa edad leyendo con claridad y fluidez.
   Ahora, Mariano tiene 7 años recién cumplidos, cursa el 1o. grado y es capaz de leer. Comentar y de inferir antecedentes o consecuentes de los textos.  Es un encanto y un disfrute poder trabajar con él.
    El jueves asistió la psicóloga para corroborar las habilidades del menor; su primera impresión fue de asombro y lo demostró riendo.  Después, observó que el niño presenta dificultades pequeñas como su edad, para recortar e iluminar...  Se sintió más tranquila.
   Una vez que el niño se fue, comentó:”Mariano tiene las características de un niño índigo".
--¿Cómo?--pregunté.
--Sí, un niño índigo.  ¿No crees en las vidas anteriores?--respondió.
--NO.  Creo que no se puede mezclar la ciencia, porque la psicología lo es, con el esoterismo.
--Un niño índigo es un niño como Mariano, inteligente pero torpe en lo motor.

   No contesté.  Después, comenté:
--Pues como decía mi papá:”Para saber que 2-
2+2 son 4 no se necesita ser feliz", así también, para que Mariano sepa resolver problemas, no necesita iluminar llenando todos los huecos que hay en el dibujo.
   Estoy segura que esta es mi oportunidad de trabajar con un niño del que podré sentirme orgullosa si se logra que él adquiera el interés por continuar su formación académica.  Ojalá lo consiga.