sábado, 24 de julio de 2010

MIKEL.

Cuando nació, ya sus padres lo esperaban con entusiasmo; habían preparado, para su llegada, una habitación repleta de juguetes y adornos.  Se sentían dichosos y deseaban cargarlo, arrullarlo, cantarle, estimularlo y demostrarle su amor.
   La infancia de Mikel transcurrió con una gama de experiencias sociales de diversa índole: fiestas, museos, cine, teatro, parques, juegos y otras, además de la educación formal que brinda la escuela.

Tomada de http://www.loop.la/noticia.php?noticia_id=60

   Un día, Míkel quiso experimentar algo diferente, que llevara su emoción al límite y para ello, cerró los ojos e imaginó un personaje extraordinario: un alebrije mutante, que en un inicio era hombre-ave y con él recorrió los lugares que había conocido a través de los libros: el continente Americano, desde Alaska hasta la Patagonia, sobrevoló los Andes, viajó por las tierras mesoamericanas, se delito con la vista de Naska, con los gigantes de la Isla de Pascua.  
   Después, el alebrije sufrió una mutación y se volvió hombre-topo y lo introdujo en la tierra, recorrieron así varios kilómetros hasta llegar al mar, en el que de nuevo el animal cambió su apariencia y se volvió hombre-pez y lo llevó a los mares y océanos del mundo.
   Una vez concluida la travesía, ambos, Míkel y el alebrije, ratificaron su amistad y prometieron guardarla en secreto, pues creían difícil que los demás pudiesen dar crédito a ese suceso fantástico.
AUDIO