martes, 19 de octubre de 2010

FIN DE SEMANA.



      Todas las personas, o al menos la mayoría de ellas, viven anhelando a inicio de semana, la llegada del fin de ella.  Eso se debe a que pueden gozar de horas sin restricciones, dejar de lado las prisas para acudir a las obligaciones y se imponen horarios para las diversiones.
   El día de ayer, sábado, fui con mi hijo a una librería.  Durante el trayecto, en el transporte colectivo, me percaté de que mucha, muchísima gente va al Chopo.  Lo que me llamó la atención fue ver que iban varios personajes de las "subculturas" (dark, punk, cholos, skatos, etc.) caminando por los pasillos y uno de ellos, un "rocka-billy" --según me informó mi hijo, con una niña pequeñita.
    Cuando llegamos a la estación en la que se encuentra la librería y ascendimos a la calle, un olor peculiar me invadió, era muy desagradable, como si se mezclaran aromas fétidos, descompuestos...
--Los olores de las calles son peculiares--le dije.
--Sí-- me contestó. 
   De repente, me sentí como trasportada a otra época, en la que imagino que los olores de inmundicias se acumulaban en el ambiente por falta de drenaje, esto es, en la Edad Media.
   En realidad, las cosas no han cambiado mucho desde entonces, al menos en lo que se refiere al estilo de vida de algunas clases sociales de nuestro país.  Las colonias populares y ciudades perdidas, que hay bastantes en la ciudad, son muestra de ello.  Viven en hacinamiento y "conviven" con animales perniciosos.  El viernes estuve con unos padres cuya familia vive en un cuarto de azotea, tienen tres hijas que se han acostumbrado a la suciedad...
   Yo creo que lo peor de todo es que un sentimiento de compasión mezclado con impotencia e indignación no es suficiente para cambiar la realidad...