Gabriel es un hombre trabajador, es
profesionista y además, le gusta hacer ejercicio. Sale por las tardes a correr y a sus 50 años,
es capaz de recorrer varios kilómetros sin detenerse. En la
práctica de su profesión es altamente eficiente, ha logrado avances que podrían
calificarse como “milagrosos” con la
mayor parte de los pacientes que atiende.
Él es psicólogo y como tal,
conoce y predice eventos en cada uno de los sujetos con los que trabaja,
así puede planear acciones tendientes a mejorar los estados de desequilibrio
emocional, conductual y cognitivo.
Desde hace años vive, al igual que la
población mexicana, en constante riesgo.
Sabe que el simple hecho de respirar implica un peligro pues en un
ambiente sucio, hay millones de partículas dañinas que entran por su
nariz. Sin embargo, él es fuerte y pocas
veces enferma. Su presencia es imponente, alto, fuerte, con rostro severo
pero noble a la vez, es capaz de
realizar diferentes tareas a favor de los demás y de sí mismo, sin menoscabo a
lo que los demás suponen que no debería hacer, por ejemplo, reparar ventanas, hacer puertas, componer
desperfectos eléctricos, etc.
El día de ayer, Gabriel salió temprano de su
domicilio pues debía acudir a la escuela en la que estudió un posgrado y
encontró ahí a antiguos profesores con quienes comentó acerca de su trabajo
actual; se sintió muy satisfecho al percatarse del asombro de los maestros ante
su capacidad de aplicación de teorías y técnicas para resolver los problemas de sus pacientes. El tiempo se fue como un suspiro y cuando Gabriel
miró su reloj, se percató que solamente
faltaban dos horas para iniciar sus sesiones, así que se despidió.
Gabriel llegó a su domicilio con el tiempo
justo para terminar el acondicionamiento
del lugar: su casa-consultorio había sido construida ex profeso, al abrir la puerta hay una sala y después hay
habitaciones que parecieran ser
oficinas, una detrás de otra. La
habitación destinada al trabajo con los pacientes es la primera después de la
sala, las dos siguientes son para dormir,
las otras dos son cocina y baño. Debemos aclarar que a Gabriel le
desagrada el olor de alimentos en su
casa, así que solamente hay una estufa, un horno y un refrigerador para usarse de vez en cuando, pues él prefiere
comprar su comida.
Dieron las 2:00 y sonó el timbre, Gabriel
abrió la reja y entró el primer
paciente. Después, tuvo tres horas
sin actividad laboral, pero a las 6; 00 reinició la atención. Era una paciente femenina, la mujer
presentaba síntomas de paranoia, así que él buscaba a través de las sesiones y tareas encomendadas a la
mujer, extinguirlos.
A eso de las 6:35 un ruido, un golpe contundente en la puerta de la casa,
unos sujetos drogados y con
expresión monstruosa irrumpieron en el
domicilio. Fue el tercer robo en las casas de esa calle.
La paciente perdió el control, lloró, lloró,
jaló su cabello. Gabriel controló el
episodio de miedo de su paciente y dejó que los delincuentes se llevasen
todo.
Gabriel, que es fuerte física y
emocionalmente, mantuvo la calma, pero el sentimiento de impotencia y coraje
provocado por la falta de seguridad estuvo presente en él.
Esto es real, ocurrió en un municipio del
Edo.Mex.
Por mi parte, quiero expresar que estamos
hartos de vivir en un clima de inseguridad, que
la justicia y el gobierno en México son una vasca y que siento una gran
pena por lo que se ha transformado mi
país en los últimos 17 años.