jueves, 11 de agosto de 2011

COMPARACIONES ZOOLOGISTAS.



    Hoy recibí el correo de una amiga en el que me recomienda leer un artículo acerca del acoso del que son víctimas los maestros por parte de los alumnos.  Debo aceptar que no soy lo suficientemente hábil para encontrar los textos recomendados, así que entré a la página de la revista Díasiete;   la fecha de la publicación es del 8 de agosto de 2011.
   Leí un artículo de opinión titulado “Perros y gatos”, que me pareció simpático e interesante, pero no concuerdo con el articulista debido a que tengo en gran estima a esas dos especies.   Reflexioné acerca del contenido y me asaltó una duda enorme:   ¿Por qué las personas utilizan   especies animales para referirse peyorativamente  o calificar a otros? 
   Por ejemplo,  cuando hay alguien que es corrupto o “transa”, se dice que es rata.
A los sucios y desordenados, se les dice cochinos, marranos o cerdos.
A los que son torpes, se les denomina burros.
A las mujeres coquetas en extremo se les dice zorras.
A los que son malos, se les dice perros.
A los que son intrigosos y conflictivos, se les llama víboras o áspides.
A los que son ambiciosos, buitres o aves de rapiña.
A los valientes,  se dice que son como leones. 
   A las personas obesas se les dice que parecen ballenas;  a las delgadas, graciosas  y dinámicas, gacelas.  De aquéllos que duermen mucho, se dice que duermen como un lirón.

   La gran diferencia entre esos animales y las personas  consiste en que ellos efectúan las acciones que calificamos como admirables o deleznables por instinto, por necesidad de supervivencia y no por decisión propia, es decir,  el ser humano posee la capacidad de razonar, anticipar, prever y planear sus actos que no son por supervivencia, sino por lograr poder,  supremacía, dominio o convicción.