martes, 31 de marzo de 2015

ESPERANZA



   Nunca antes se había preguntado la razón por la que está en este planeta, una más entre miles de millones y no es sino una cifra, un número, como hay tantos.
   Esperanza recuerda su infancia y le parece tan lejana, tan disímbola con su vida actual.  Ella fue una niña sana, feliz, rebelde, caprichosa, juguetona y le gustaba, además, estar fuera de su casa; pasaba las tardes en el patio en compañía de amigos, ahora está sola.  Ella quiere pensar que la amistad existe, pero no la encuentra. 
   Además, Esperanza trabaja en un sitio poco agradable, en el que debe llenar papeles y, según dice, ella no estudió para escribir o hacerse especialista en oficios.  Bueno, ahora está sola y piensa que así es mejor.  A ella le gusta estar sola, en silencio, solamente sus pensamientos la acompañan y cuando habla, lo hace solamente para lo más indispensable.  Comentarios sin importancia, eso es lo que sale de su boca pero lo que hay dentro de ella es un mundo de palabras, se anhelos, de ideas, de sueños que, está segura, no llegarán a realizarse porque, a fin de cuentas, ella no es más que una entre miles de millones.