El pequeño niño de 7 años, el benjamín de la familia, el que, por ser el menor, tiene unos padres ya cansados y unos hermanos que lo ven como indefenso y desvalido ante la superioridad que dan los años que le llevan.
Su casa, compartida por otras familias también carentes de recursos, es fría, solamente se escuchan los gritos de los locutores de la radio y los emitidos por sus familiares, a veces los de la mamá, otras los del papá, o de los hermanos, de las esposas de los hermanos, etc.
Su casa, compartida por otras familias también carentes de recursos, es fría, solamente se escuchan los gritos de los locutores de la radio y los emitidos por sus familiares, a veces los de la mamá, otras los del papá, o de los hermanos, de las esposas de los hermanos, etc.
El niño está solo a pesar de tener tantas personas a su alrededor, todas con sus propios intereses y necesidades. El niño observa a todos, no comprende lo que ocurre porque cuando llega la noche y duerme al lado de sus padres, observa con horror las crisis maternas.
La señora tiene epilepsia, la han controlado pero no siempre tiene la suerte de que el efecto del medicamento impida que aparezcan... Lo peor es que su benjamín lo ve, que el menor presencie cómo se contorsiona el cuerpo de la mujer delgada y desnutrida que duerme y pierde el sentido después de la agitación que al niño le parece eterna.
¿Qué es lo que más te gustaría en la vida? , le preguntó su maestra. El niño sonrió, dijo que no sabía al tiempo que elevaba los hombros y los bajaba.
¿Qué es lo que más le gustaría en la vida? , esa pregunta se repitió para la mamá del pequeño, para la señora famélica y enferma... Tener trabajo, fue su respuesta.
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