jueves, 15 de octubre de 2009

EFICIENCIA EN LA SOLIDARIDAD



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Arsenio Farell Cubillas -político austero, seco, ceñudo, directo, frontal y enérgico- rinde un informe de labores anuales con su impronta personal ante el Presidente José López Portillo. Ya su sapiencia y su vocabulario y su ademán magisteriales se mostraron en el sexenio pasado, ante los miembros de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, presidida ésta en ese tiempo por Carlos Sansores Pérez. Ahora, como director del Instituto Mexicano del
Seguro Social, Farell mantiene -lo cual resulta lógico en un funcionario de sus características doctrinarias y conductivas- su resolución, su capacidad decisoria, pero transluce el humanismo que se esconde tras el gesto severo. Para él, autocensor y crítico inconmovible “los servidores de la seguridad social estamos comprometidos con nuestros compatriotas-subraya- a volver ejemplar la realización de nuestras tareas. Mal podríamos responder -agrega- si no hacemos en estos momentos un esfuerzo por volver óptima nuestra productividad y por mantener intachable nuestra honestidad y eficiencia. Durante el próximo año hemos previsto acrecentar los cursos de capacitación interna para
mejorar la calidad administrativa y profesional: extender el sistema implantado en el área médica, para que todos los empleos de confianza de nivel directivo se logren mediante exámenes de oposición. Nos comprometemos públicamente a ello”. Enemigo del elogio, gratuito o interesado; inflexible en su línea administrativa y política, y sabedor de que estos tiempos críticos son compatibles con esos rasgos –otros caminos conducirían a una probable explosión de disconformidad conjuntada con la esterilidad y la desesperanza-Farrell preconiza honestidad y eficiencia -entendamos la primera como congruencia entre pensamiento y conducta y probidad en el manejo de los fondos públicos, y la segunda por rendimiento no declarativo, sino práctico, comprobable y traducible en beneficios para la colectividad. El objetivo propuesto por Farell es digno de evaluarse porque constituirá un precedente en la composición del aparato gubernamental: no más autoexaltaciones, no más amiguismos y compadrazgos, no más nepotismo, no más encubrimientos de ineptitudes o de irresponsabilidades -eficiencia en todos los casos ha demandado el Primer Mandatario, y esa calidad se apresta a otorgarla en mayor grado que hoy, el Seguro
Social, y no sólo al nivel de trabajadores sindicalizados, sino en el que comprende a los empleados de confianza, y que aparenta ser un coto de caza o una reservación exclusiva para la recomendación mágica o la consanguinidad política.  En su exposición Farell precisa: “La estructura democrática del Instituto, la solidaridad que vincula a los empresarios y a los trabajadores con el Gobierno de México, se han preservado en forma constante. Pretendimos que las decisiones de los órganos directivos se originaran en la unanimidad
y en el convencimiento común, y puedo expresar a usted que se ha logrado. Buena parte de nuestro esfuerzo se encauzó a la urgente tarea de ordenar el aparato administrativo y consolidar así una organización más funcional y equilibrada, que nos permitiera actuar con un grado mayor de eficacia”. La democracia, en su acepción cabal, no se reduce al acto comicial o al renuevo de los gobernantes, sino debe ser un comportamiento cotidiano en todas las organizaciones y organismos, y desde el IMSS y en el IMSS se practica esa actitud política como valor conservable y acrecentable, jamás plenamente alcanzado y siempre amagado por toda suerte de acechanzas. En la parte final de su informe Farell -seguro, cierto, confiado, optimista en la potencialidad del mexicano- dice al Presidente: “Con entera confianza podemos hacer frente a los retos y a las responsabilidades del próximo año y poner en práctica sistemas e instrumentos que respondan, eficiente y justamente, a los planteamientos de la población derechohabiente.  Intentamos, en suma, ahondar y extender el régimen de la seguridad social, porque confiamos en los valores de nuestra sociedad y en su gran anhelo de progreso... esté usted seguro, señor Presidente, que habremos de mantener limpia y en orden nuestra casa y que en la unidad, los trabajadores de esta institución, laboraremos para cumplir nuestra responsabilidad y así contribuir, solidariamente, a la construcción del país a que todos aspiramos”. Mensaje firme, sin quebrantos, sin quejas, sin ayes, sin súplicas y sin titubeos; optimista, sin denuncias de nubarrones, sin exposiciones de problemas aterradores y sin pesimismos, y humanista, porque se entiende con justeza que el IMSS nació y se mantiene como institución de servicio y como contribuyente a la edificación de una colectividad en la que impere la auténtica justicia social. Farell demostró, en suma, ser un confiable colaborador presidencial dentro de un gabinete democrático -en éste hay libertad para adoptar decisiones y ejercitar la imaginación y aplicarla con sensatez, como lo comprueban las innovaciones introducidas en la administración del IMSS.*


* Reproducción del artículo publicado en el Universal Gráfico del 20 de diciembre de 1977, por el señor Carlos Cuevas Paralizabal.


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