Una noche que llegó del trabajo y, después de haber platicado
acerca de los acontecimientos del día con su madre, Adriana abrió su correo;
encontró uno, el de una persona que no había visto desde hacía más de treinta
años, una compañera de la primaria..
La emoción y la incredulidad se apoderaron de ella, pues le
parecía extraño que, al paso del tiempo, con un nombre, las imágenes, los
hechos, las personas se recrean en la mente de nueva cuenta.
En la mente, en el cerebro, las experiencias sociales se
quedan grabadas durante mucho, muchísimo tiempo y solamente en los momentos en
los que se requiere, esos recuerdos afloran de manera ágil y permiten revivir
lo acontecido hace muchos años. Imagino la capacidad mental como una
bodega en la que están acomodados en cajones los recuerdos y conocimientos y
que, de acuerdo a la necesidad del momento, uno va abriendo los cajones y
extrae de ellos lo que necesita. Es una maravilla, pues no todas las
personas tenemos organización en nuestras vidas cotidianas, hacemos personas
que somos un desastre en cuanto a la acomodación de documentos, por
ejemplo.
Las imágenes mentales, los recuerdos, los sentimientos, las
emociones, los temores, todo está almacenado en nuestra mente. Pero, ¿quién
le da orden? Eso no lo puedo explicar, puesto que a pesar de hacer
esfuerzos y proponerme constantemente mantener un orden fijo y estable en mis
cosas no lo consigo. No sé si haya alguien que pueda ser un desorden en
lo concreto y tangible, en la vida cotidiana y en la mental.