Se
había presentado un problema, el pequeño Benjamín había hecho una acción
inadecuada dentro del salón de clases. Tras enterarse de ello, la Directora solicitó a la
maestra del grupo y a la de USAER que se citara a la madre del niño. La
señora acudió, estaba a la defensiva y lo que expresó fueron solamente elogios
para su hijo, el niño inquieto y simpático que acosó a uno de sus compañeros el
día anterior. Se sugirió a la señora que observara con quiénes se relaciona
el niño en su entorno cercano, vecinos, amigos, primos, hermanos, etc. y el
tipo de interacción que se establece en esos momentos.
Ya en el aula, las maestras conversaron un poco acerca del encuentro con la señora y la maestra de apoyo solicitó a los niños que dibujasen su casa, señalando el lugar donde duermen y fue preguntando uno a uno si dormían acompañados y, en caso afirmativo, que dijesen con quién. Después, preguntó con un tono de curiosidad, quiénes tenían televisión en la recámara. Algunos preguntaron:
--¿Qué es una recámara?
La maestra respondió:
--El lugar donde duermes, la cama, el colchón, el sillón.
Entonces, muchos niños levantaron la mano para informar que ellos duermen donde está el aparato de televisión. Otra pregunta:
--¿Cuál es su programa favorito?
Las respuestas fueron variadas, desde Carli, caricaturas, Malcom, el Chavo, etc.
La maestra no quedó satisfecha, pues la conducta de Benjamín reflejó otro tipo de afición televisiva, entones lanzó de nuevo otra pregunta:
-- ¿Quién ve telenovelas? ¿Cuál?
Es triste darse cuenta que la gran mayoría de los menores ve telenovelas para adultos, es decir, las que pasan muy tarde, a las 11:30p.m. y que, seguramente, los han inducido a comportamientos precoces.
Después se les propuso una nueva forma de hacer que mejoren su comportamiento: un cuadro de honor dentro del salón de clases, con un premio cada dos semanas para los que se hayan portado mejor.
La maestra de USAER había trabajado con algunos niños un par de días antes, los hizo leer actos de magia y elegir uno para llevarlo a cabo en el aula de apoyo. Ese día habían leído con cierta dificultad porque son menores con una gran depravación cultural y su comprensión lectora es casi nula, pero la emoción que les propició el aprender magia, los hizo poner más atención que de costumbre. Así que para cerrar la sesión y propiciar un ambiente dirigido a la expresión escrita, la maestra pidió a un niño que hiciera el acto de magia que habían leído en el aula de apoyo.
Se hizo la presentación del gran mago, el menor enseñó sus manos y pidió una moneda porque la iba a desaparecer, de inmediato, varios niños se le acercaron para ofrecerle la moneda y él tomó una. Se frotó las manos, hizo los movimientos que se habían leído dos días antes y colocó la moneda en su cabello. Muy quietecito, mostró las manos vacías a sus compañeros y, cuando iba a aparecer la moneda, ésta cayó al suelo. Todos aplaudieron y se entusiasmaron mucho. La maestra de USAER también fue maga, hizo el mismo acto pero colocó la moneda en su brazo, y permitió que los niños se acercaran y buscaran en su cabello y, al no encontrar la moneda y ella aparecerla después, soltaron un grito de asombro.
La maestra sonrió satisfecha y realizada, le gustaba mucho sentirse apreciada y valorada por los niños. Les dijo que tiene un libro y les propuso que, cada viernes, lean todos los actos de magia para hacerlos en su casa. Los menores se emocionaron a tal grado, que uno de los alumnos del 2o. grado le solicitó el libro prestado y pasó el recreo leyéndolo.
La maestra se sentía feliz, había logrado su cometido: los niños se habían interesado por lo que está escrito en los textos y por comprender el contenido.
Ya en el aula, las maestras conversaron un poco acerca del encuentro con la señora y la maestra de apoyo solicitó a los niños que dibujasen su casa, señalando el lugar donde duermen y fue preguntando uno a uno si dormían acompañados y, en caso afirmativo, que dijesen con quién. Después, preguntó con un tono de curiosidad, quiénes tenían televisión en la recámara. Algunos preguntaron:
--¿Qué es una recámara?
La maestra respondió:
--El lugar donde duermes, la cama, el colchón, el sillón.
Entonces, muchos niños levantaron la mano para informar que ellos duermen donde está el aparato de televisión. Otra pregunta:
--¿Cuál es su programa favorito?
Las respuestas fueron variadas, desde Carli, caricaturas, Malcom, el Chavo, etc.
La maestra no quedó satisfecha, pues la conducta de Benjamín reflejó otro tipo de afición televisiva, entones lanzó de nuevo otra pregunta:
-- ¿Quién ve telenovelas? ¿Cuál?
Es triste darse cuenta que la gran mayoría de los menores ve telenovelas para adultos, es decir, las que pasan muy tarde, a las 11:30p.m. y que, seguramente, los han inducido a comportamientos precoces.
Después se les propuso una nueva forma de hacer que mejoren su comportamiento: un cuadro de honor dentro del salón de clases, con un premio cada dos semanas para los que se hayan portado mejor.
La maestra de USAER había trabajado con algunos niños un par de días antes, los hizo leer actos de magia y elegir uno para llevarlo a cabo en el aula de apoyo. Ese día habían leído con cierta dificultad porque son menores con una gran depravación cultural y su comprensión lectora es casi nula, pero la emoción que les propició el aprender magia, los hizo poner más atención que de costumbre. Así que para cerrar la sesión y propiciar un ambiente dirigido a la expresión escrita, la maestra pidió a un niño que hiciera el acto de magia que habían leído en el aula de apoyo.
Se hizo la presentación del gran mago, el menor enseñó sus manos y pidió una moneda porque la iba a desaparecer, de inmediato, varios niños se le acercaron para ofrecerle la moneda y él tomó una. Se frotó las manos, hizo los movimientos que se habían leído dos días antes y colocó la moneda en su cabello. Muy quietecito, mostró las manos vacías a sus compañeros y, cuando iba a aparecer la moneda, ésta cayó al suelo. Todos aplaudieron y se entusiasmaron mucho. La maestra de USAER también fue maga, hizo el mismo acto pero colocó la moneda en su brazo, y permitió que los niños se acercaran y buscaran en su cabello y, al no encontrar la moneda y ella aparecerla después, soltaron un grito de asombro.
La maestra sonrió satisfecha y realizada, le gustaba mucho sentirse apreciada y valorada por los niños. Les dijo que tiene un libro y les propuso que, cada viernes, lean todos los actos de magia para hacerlos en su casa. Los menores se emocionaron a tal grado, que uno de los alumnos del 2o. grado le solicitó el libro prestado y pasó el recreo leyéndolo.
La maestra se sentía feliz, había logrado su cometido: los niños se habían interesado por lo que está escrito en los textos y por comprender el contenido.