La maestra no sabía qué más podía implementar para motivar al
pequeño niño que recientemente había ingresado en la escuela y que, por de
privación cultural, carecía de la lectoescritura a pesar de cursar el tercer
grado de primaria. Se trataba de un niño simpático, hablantín, poco
atento y que buscaba evadir las tareas sugeridas para desarrollar y consolidar
el sistema de lengua escrita.
El día de hoy llegó la profesora con un libro de manualidades sencillas, el material que se requería para hacer uno de los trabajos ahí contenidos y esperó a que el niño llegase. El menor ingresó preguntando:” ¿Me toca hoy lenguaje?"
Esa pregunta había sido corregida en reiteradas ocasiones ya que
el pequeño Paco había tenido apoyo en la articulación de palabras y cuya
corrección aún no se había alcanzado.
La maestra dijo que sí y le mostró al niño el libro y el material. Fue una labor agotadora para la maestra y el alumno, hubo correcciones, textos leídos y releídos varias veces hasta que el alumno era capaz de expresar lo que debía hacer, pero al final estuvo la recompensa: un hermoso reno que colgará en su árbol navideño.