jueves, 1 de abril de 2010

EL CASO DE PAULETTE

 Desde su desaparición, nos llamó la atención este suceso y lo relacioné con el de la mujer que mató a sus gemelas recientemente.
   No puedo asegurar que la mamá de Paulette haya sido la victimaria, pero todo me hace suponerlo porque, a decir verdad, los discapacitados siempre somos una carga para la familia.
   Yo trato de imaginar la situación de la madre y creo que debe ser muy doloroso y a veces molesto tener que apoyar siempre a otra persona, aunque sea la hija.
   Después de nueve meses de espera, una quiere ver en el producto todo lo que anheló durante la gestación: un bebé sano, inquieto, que se desarrolle normalmente o, si es posible, que sea precoz.  ¿Qué ocurre cuando nada de lo que esperábamos sucede?  Una frustración enorme, un desánimo y una decepción gigantescos.
   Tal vez, movida por el abandono o separación que ya existía con su pareja, la señora se sintió agobiada, tal vez discutió con el esposo y eso la hizo perder el control, tal vez quiso desquitarse y victimó al producto defectuoso de su relación, tal como se había tornado la relación matrimonial.
   De cualquier manera, estos hechos son reprobables y aberrantes, son inhumanos y crueles.  No es posible que una persona mate a sangre fría, que se valga de su fuerza física y de su poder ante el débil y que, además, destruya su propia creación.
   Escuché que la niña murió asfixiada, que le taparon las fosas nasales y tuvo opresión en el pecho...  ¿Hacia dónde estaría mirando mientras esto ocurría?  ¿Y quién le hizo eso, no veía los ojos de la niña?  ¿No sintió horror por aplastar y evitar la respiración de una infante?  ¿Cómo se puede sentir ahora, cómo puede respirar, dormir, comer, vivir después de haber cometido un acto tan despiadado?
   Cualquier persona, tenga o no discapacidad, sea adulto o niño, si tuvo la oportunidad de vivir, merece esa experiencia, sea de la manera que sea.  
   Por último, quiero expresar mi repudio a las personas que cometen actos tan crueles e inhumanos, no merecen pertenecer a la especie y decir que se comportan como bestias es un insulto para las bestias.  No hay palabras para señalarlos, solamente me viene a la mente un adjetivo: MONSTUOSO.
Descanse en paz Paulette Gebara Farah.