miércoles, 28 de abril de 2010

MINERVA, LA MUJER MÁS AMOROSA DEL MUNDO.

   Delgada, desnutrida, carente de salud y descuidada, llegó la mujer a la escuela de su pequeño hijo.   Minerva, de 50 años, luce cansada, abatida...
   Después de treinta años de matrimonio, de cinco hijos que van desde los 28 años hasta el pequeño de 8, que ha dedicado su vida desde la juventud al trabajo para combatir el hamre aplastante y que ha recibido golpes de todo tipo, verbales y físicos, morales y anímicos, buscó el consejo de la profesora.
--Buenas tardes, vengo a solicitar su ayuda.  Mi familia dice que estoy loca--dijo con voz humilde.
--¿Qué es lo que ocurrió?--cuestionó una de las tres profesoras que en ese momento discurrían acerca de los alumnos a los que atienden.
--El sábado fue un bautizo, el de mi nieto.  Hubo una confusión y yo intervine y se hizo un escándalo, entonces me regresé a la casa.  Mi familia me culpa y yo no sé si ellos tienen razón.
El relato de la mujer fue caótico, saltó de un tema a otro y hubo que dirigir su monólogo.  Ella estaba atormentada y preocupada...
  Lo que más le inquieta a Minerva es la infidelidad de su esposo, que ha ido y venido de su casa consuetudinariamente, que busca un amor, lo encuentra pero vuelve, siempre vuelve.
   Miguel es un hombre de 50 años, de tez morena, bajo de estatura, delgado y descuidado.  Hace unos cuatro años, conoció a otra mujer de la que quedó prendado, tal vez por su juventud, tal vez por su olor, tal vez por su libertad...  
   Finalmente, después de varios meses de relación, Miguel se atrevió a abandonar a Minerva y a la familia que había construido con ella, se despidió del pasado y emprendió una nueva aventura con la idea de no regresar a lo vivido.  
   Por las noches, Miguel recordaba los cariños de sus hijos, la alocada vida con su familia, extrañaba a Minerva, que le ayudaba a trabajar en la imprenta.  Así que de repente, como una ráfaga de calor, decidió regresar y tomó la decisión.  Al llegar a su antiguo hogar, encontró a Minerva, delgada y hambrienta, que lo recibió amorosa y sumisamente.
   El sábado pasado fue el bautizo de uno de sus nietos.  Miguel está desempleado, al igual que sus hijos mayores y Juana es quien trabaja.  Su hijo, el segundo, que tiene 24 años, la culpó por no haber comprado las  botellas, por hacer escándalo cuando llegó a la Iglesia dos horas después del bautizo, por pedir alimento para sus hermanos.  
   Pero ella, a pesar de todo, afirma que lo que más quiere es salvar su matrimonio, que ama a su esposo y que quiere ser suya.  Agrega, incluso, que ha leído acerca de la mejor manera de seducir a un hombre y de los perfumes para atraer al hombre, que ella le pide fundirse con él y, agregó con una sonrisa pícara, "él me agradece después de estar conmigo".
   Aquí vemos, pensamos, la manera en que el hambre, la violencia, el malestar social son disfrazados a través de una relación idealizada con su esposo.