Recibí un correo en el que se me
invitaba a ver su contenido, era el de un concurso de maestras en Yucatán...
Recuerdo a mis profesoras, mujeres
austeras y elegantes, vestidas con recato a pesar de que algunas eran muy
bellas y jóvenes, por ejemplo, mi maestra Alma Loyo Marentes, profesora de
segundo grado cuando estudié la educación primaria.
Creo que tendría unos 30 años, era
delgada, alta y con gran personalidad. Recuerdo, ya que en aquélla época
se tomaba muy en cuenta la ortografía, que nos decía que debíamos ver su
boca para saber si una palabra iba con la b labial o la v
labiodental. Para mí, todo en ella era digno de imitarse.
Otra profesora de la que tengo una
imagen de elegancia y presencia impactante era la maestra María Luisa Amaro,
recientemente fallecida. Era delgada, alta, de cabello corto y, de cuando
en cuando, iba con lentes oscuros. Sobria en su vestido, elegante por sí
misma, era una persona que inspiraba respeto con su simple presencia.
Llegaba temprano, bajaba de su
mustang color morado y cuando entraba al salón, su presencia abarcaba todo a
pesar de su vestimenta discreta.
Lo que va de ese tiempo al actual:
concursos de belleza de profesora yucatecas que son fotografiadas y subidas a
un sitio, mujeres guapas y no tanto que enseñan más de lo que el pudor y la
presencia de autoridad y respeto de una profesora requiere.
¿Qué es lo que sigue?.