jueves, 6 de mayo de 2010

UN NIETO Y SU ABUELA


Sharon, de 17 años, era una joven atractiva y alegre, gozaba de gran popularidad en la preparatoria pues era porrista y sus saltos eran admirados por toda la afición al futbol americano.
   Sahron salía con Johnn,  el jugador estrella del equipo de la escuela; ambos eran un éxito, cuando asistían a las reuniones, bailaban y cantaban incansablemente, disfrutaban su popularidad y  la acrecentaban a cada paso que daban, cualquier mirada, cualquier palabra que dijeran, algún movimiento o peinad, todo  era digno de mención y de imitación.
    Un buen día, Sharon observó que su traje le comenzaba a quedar pequeño, que sus formas se iban diluyendo, que quería dormir casi todo el día y que no aceptaba cualquier alimento...
--Johnn--dijo con voz baja y temerosa-- creo que estoy embarazada.
--¿Qué dices?  ¿Estás segura?--contestó el joven sorprendido.
--Sí, y no sé qué es lo que debo hacer, no sé cómo decirle a mis padres, no sé cómo enfrentar esto y no puedo hacerlo yo sola.  Por favor, acompáñame a decirles--dijo ella con voz suplicante.
--Ni lo pienses.  Ese niño quién sabe de quién será.
--¿Cómo te atreves a decirme esto?  ¿Por supuesto que eres tú el padre, quién más podría ser?
--Pues olvídate de mí-- concluyó  Joynn y, dando la vuelta, se fue de la vida de Sharon.
   Ella enfrentó a sus padres, les tuvo que informar que el muchacho que la había embarazado no quería saber más de ella.  Los padres aceptaron la situación y dieron su apoyo a la joven, pero cuando nació el bebé la dejaron sola,  con la finalidad de que ella se hiciera responsable de todo lo que implica un nuevo ser.
   Sharon, con 18 años de edad, intentó trabajar, pero le fue imposible porque tenía que cuidar al bebé, a quien llamó Gorge.   Fue a la casa de amigas, de tíos, de primos para solicitar su apoyo; así vivió u un año, tiempo en el que se convenció que la crianza y manutención del niño y la propia eran imposibles por la incompatibilidad de tiempo, es decir, si atendía al niño no debía trabajar y si quería tener los satisfactores necesarios para ellos, debía dejarlo solo.  
   Un día de octubre de 1964 tomó la decisión y entregó al pequeño George a un matrimonio para que lo cuidaran, quisieran y atendieran como hijo propio; a cambio, ella prometió no volver a verlo.
   Pasaron los años, Sharon casó con un  trabajador de la construcción, se establecieron en un modesto barrio de New York y compartieron su vida, pero no tuvieron descendencia.  Con cuánta lástimas Sharon recordaba su pasado, cuando tenía entre sus brazos a George, imaginaba que lo arrullaba para dormirlo y creía escuchar su risa...
   Peter, el esposo de Sharon, era un hombre paciente, bueno, comprensivo, paciente y ambos se resignaron a  tener la alegría que les proporcionaban los niños ajenos.  Juntos salían al parque, caminaban  cobijados por la sombra proyectada por los árboles, se sentaban en  una banca y miraban a los niños, se distraían viéndolos correr, brincar, jugar a la pelota.  De vez en cuando, llamaban a un niño y platicaban con él, le contaban cuentos, le compraban helados, todo ello con el permiso de los padres.
   Hace cuatro años, George Jr.,  supo que su padre había sido adoptado y se dio a la tarea de buscar  a su abuela, de la que solamente sabía su nombre.  La búsqueda fue larga y agotadora, pero George Jr. es joven y estaba  motivado por conocer a alguien de la familia, pues su abuela es lo único que le queda.  Sus padres murieron en un accidente automovilístico.
   En diciembre de 2009 George Jr. encontró a Sharon.  La observó, era una mujer de 65 años que aún tenía restos de su antigua belleza, sus ojos azules y expresivos le hablaron acerca de lo que había sufrido sin su pequeño George, de las carencias y de lo triste que había sido su vida sin un hijo.
   Por su parte, Sharon, que es viuda desde hace más de diez años, vio en su nieto a un hombre joven, atractivo, dinámico y emprendedor.  Comenzaron a salir para platicar y conocerse, para compartir experiencias, emociones, sentimientos, pensamientos, ideas, propuestas, expectativas, prejuicios, etc.
   Ahora, los dos, abuela y nieto viven juntos, en pareja.  Buscan una mujer que les dé la oportunidad de ser padres para  sellar su amor.
   Este caso de incesto es totalmente increíble, la abuela y el nieto al ser pareja y tener un hijo, harán un revoltijo familiar, es decir, la señora Sharon tendrá un hijo que, a la vez, será su bisnieto ya que será hijo de su nieto.
    Por su parte, George Jr. tendrá un hijo que, al mismo tiempo, será su tío pues es hijo de su abuela.