domingo, 16 de mayo de 2010

UNA HISTORIA DE AMOR

Alto, corpulento y serio, con paso firme y rápido, entró Gabriel a la Dirección; abrió su portafolios y sacó unos documentos para mostrarlos a la autoridad, era su primer día de trabajo en aquélla institución.  Recibió las indicaciones necesarias para dar inicio al trabajo y, cuando salía rumbo al sitio asignado para él, fue casi arrollado por una mujer.
--Hola--dijo ella, con voz dulce --disculpa.
   Ella prosiguió su camino y él fue a su lugar.
   Ambos eran compañeros de labores en la institución y pronto comenzaron a descubrir uno al otro cualidades, aficiones, gustos, intereses, distracciones...
--¿Sabes algo?  A tí te tengo una gran confianza, me has permitido deshacerme de mis fantasmas--comentó un día que regresaban del trabajo.
   Ella sintió que le hormigueaban las manos, se estremeció y afirmó:
--Yo también siento mucha confianza hacia tí.  Me gusta platicar y compartir mis ideas contigo.
   Así fue como inició el romance, un amor fuerte e imperecedero, que se afianzó con el paso de los años.
   Los dos decidieron que no debían constituir una familia, que no debían tener descendencia pues eso podría influir para afianzar su amor pero no sería por el interés de ambos, sino por un resultado de su amor.  Tampoco quisieron unir sus vidas a través de un contrato, pues dejarían de lado el amor a cambio de una posesión o negocio.  
   Prefirieron vivir el momento, esforzarse por  conquistar y agradar al otro, de vivir con la incertidumbre de la sorpresa que les deparaba cada día,  pero con la certeza de que se tenían uno al otro sin comprometerse más allá de su sentimiento...
    Cómo y dónde pasarán los tiempos de la vejez?  El lugar, no lo sabremos, pero sí podemos asegurar que será con una sonrisa de satisfacción por el inmenso cariño y por haber tenido en la vida la oportunidad de haberse encontrado un día en la institución.