lunes, 28 de junio de 2010

EL PERSONAJE ANÓNIMO.

   Ayer, 23 de junio, escribí acerca de mis apreciaciones en torno al Dr. Asomoza y lo comparé con el desempeño laboral de los futbolistas y los diputados, del cielo al infierno.  

   Hoy me siento culpable, no por lo que anoté acerca de los del infirmo, sino porque creo que no solamente vale la pena hablar de personajes internacionales.  También existen mexicanos valiosos, notables y reconocidos en un espacio reducido pero con acciones que benefician a un contexto determinado.

   Existe, por ejemplo, un estudiante comprometido, que pasa gran parte de sus horas de vida leyendo, reflexionando, cuestionándose acerca de los fenómenos naturales de la  existencia; un psicólogo que, a pesar del riesgo que corre con algunos pacientes, se entrega con pasión a su profesión y aplica las técnicas exactas para transformar el estado emocional de los pacientes; la catedrática que entrega sus horas de descanso y las transforma en investigación para motivar a sus alumnos universitarios; las educadoras de niños, cuyas edades fluctúan entre preescolar y la adolescencia, que inculcan valores y aconsejan a los muchachos; el taxista que cumple con su trabajo en forma honesta, que es garantía  de seguridad para sus pasajeros; el vendedor de la calle y los limpia-parabrisas que se exponen al calor, el frío, la lluvia, el smog y brincan de un coche a otro, en peligro siempre.

   Esos son algunos der los personajes citadinos de los que vale la pena escribir y sentirse orgullosos, tanto como de los científicos mexicanos que alcanzan renombre.

   Entonces, como decían mis profesoras de primaria:”No importa lo que vayas a ser, sé el mejor".