Todos solemos mandar recados a través de otros para hacer del
conocimiento de una persona lo que se espera de ella. Los recados pueden
ser verbales: "Por favor, dile que..." o en forma escrita.
Pues mal, en la escuela en la que
trabajo, la profesora del turno matutino, maestra relativamente joven que
tiene un salón lleno de niños de papel y peyón pegados a la pared, escribe
recados para las mamás de sus alumnos de 2o. grado.
Pues mal, la profesora dejó un
recado para que los niños lo mostraran a sus familias y decía lo siguiente:
"Mamita: hoy sucedió un problema,
encontraron que un compañero tiene piojos y te pido que me rebices la
cabeza".
Hemos observado que la profesora no coloca
acentos y que su ortografía es muy deficiente.
La SEP debería hacer cursos o
exámenes exhaustivos de ortografía y comprensión lectora entre todos sus
empleados porque, a fin de cuentas, son quienes inician la carrera ascendente o
descendente de los futuros hombres.