martes, 29 de junio de 2010

Y VAMOS POR MÁS...

 Durante los últimos años, la violencia mundial se incrementó, pero nuestro país se había mantenido más o menos estable, las cifras de muertos por violencia se circunscribían a riñas callejeras, maltrato familiar y asaltos o violaciones, todos ellos deleznables, sin duda.
   Ahora se agregan a esas acciones monstruosas los secuestros, los asesinatos múltiples en manos de delincuentes de altos vuelo.
   El día de hoy, 28 de junio, un día de trabajo como todos los anteriores en que los documentos de fin de ciclo escolar nos agobian, supe de una noticia que me impactó realmente: Rodolfo Torre Cantú, candidato por el PRI al gobierno de Tamaulipas, fue asesinado junto con cuatro acompañantes.
   Desde el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, en 1993, no había ocurrido algo semejante; aunque sí los infanticidios, el intento de asesinato a Salvador Cabañas, el secuestro de Hugo Alberto Walas, de la hija de Nelson Vargas, del hijo del empresario Martí, de la empresaria Copel; ahora también recuerdo el caso de Paco Stanley, del que no se hizo más que dar "carpetazo".
   He escrito antes que me llaman la ate4nción estos casos de violencia, de asesinato y de muerte, pero no tan cerca, no tan latente.  
   ¿Cómo explicarlo?  Los casos de acciones truculentas me parecen desentrañables, pues no puedo imaginar lo que piensan y sienten los asesinos y delincuentes que gozan con el sufrimiento de los demás, son verdaderos monstruos  Ahora, en este clima de inseguridad en el que vivimos en mi país, me santo en peligro latente.  
    Recuerdo que hace años sufrí un "secuestro exprés", unos sujetos subieron al taxi en el que viajaba y lo trajeron dando vueltas, durante dos horas aproximadamente.  Era de mañana, pues yo me dirigiría a mi trabajo que, por estar muy cerca de la casa, pensaba yo que era seguir.
   Después del recorrido, de haber bajado a sacar mi dinero del banco, de amenazarme, ordenaron al chofer que me dejara bajar; al hacerlo, les agradecí a los sujetos que no me hayan hecho daño...

   ¿Qué se sienten ellos?  ¿Cómo es posible que una persona que es elemental, que responde a sus impulsos, que su estadio de desarrollo es concreto, que son personas sin valores ni consideración hacia los demás tengan el poder de decisión sobre la vida de los demás?

   Hago un colérico llamado a las autoridades de México para que pongan, si no fin, sí control a estas situaciones.

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