Se había
prometido no volver a intentarlo, era decepcionante el hecho de hacer un
ejercicio reflexivo previo y, a consecuencia de ello, descubrir la cloaca,
respirar el fétido olor que emana de la podredumbre…
A pesar de
haberse desconectado de los noticieros, los periódicos y todo cuanto pudiera
traerle el retrato extenso de la situación social, no pudo alejarse de su
realidad cercana, la que de manera cotidiana se presenta en su ámbito laboral. Por eso, Gabriela María pensó: “No puedo más,
no es posible alejarme puesto que esto significaría cortar con la cordura, caer
en estados de locura o morir”, “No es posible mantenerme al margen de lo que
pasa en mi país ni de pretender que no me afecta, claro que me afecta”.
Resuelta,
se acercó a su computadora, oprimió los botones y vio cómo se encendía la
pantalla, después salía un logo y, por último, intentó un nuevo texto, fruto de
su reflexión. “¿Acerca de qué puedo
escribir ahora? Han ocurrido muchos
sucesos a mí alrededor y ninguno de ellos es digno de alabanza. A ver, en mi entorno cercano ocurrió un
asalto brutal a mi sobrino, la gestación de malos mexicanos por la
sobre-protección y sobre prepotencia de los padres de familia, la ignorancia de
la mayoría de los adultos que se reproduce y se incrementa en sus hijos, la
violencia intrafamiliar, la sobrepoblación como resultado de la ignorancia y el
desapego materno, y, además, de las palabras vacías de Felipe Calderón que
pretende que se hable bien de México en los medios de comunicación…”
La mujer
permaneció un buen rato frente al teclado, con las manos sobre las teclas,
rozándolas suavemente mientras decidía de qué podría escribir y, tras pensar
acerca de qué era no lo más grave, sino el origen de muchos de los males del
país, decidió hacerlo acerca de la sobrepoblación como origen y cause de los
males de México.
Gabriela,
concentrada en lo que hacía, intentaba aportar su visión y compararla con la de
otras personas, pero en su medio no tenía mucho eco, por lo que se había
conformado con escribir para ella misma.
Redactó lo siguiente:
“El
problema de la sobrepoblación ha aplastado a muchos países, sobre todo a los
que menos tienen porque carecen de políticas demográficas. Recuerdo que hace algunos años se escuchaba
en campañas que “la familia pequeña vive mejor” y “menos hijos para darles más”,
pero eso quedó en el olvido.
“Hace
algunos días conocí a un señor de menos de 30 años que tiene 7 hijos, todos en
situación de pobreza; supe de una familia con 14 hijos que duermen todos en dos
camas, por último, vi que el pésimo actor extranjero Andrés García tiene 16
hijos.”
“No se
trata del poder adquisitivo ni de las facilidades que otorgue el gobierno para
asegurar a los padres que pueden tener todos los hijos que sus instintos o sus
deseos les hagan concebir, se trata de pensar en el futuro: cómo vivirán? ¿Podrán contar con los satis
factores básicos para una subsistencia digna? ¿Tendrán lugar dónde vivir? ¿Alcanzarán los alimentos? ¿Cómo se
desplazarán de un lugar a otro? ¿Qué oportunidades de superación tendrán? ¿Y si
se presenta algún accidente que los vuelva vulnerables, discapacitados, o que
altere sus estados emocionales de manera parcial o permanente? ¿Existen acaso los apoyos institucionales y
privados necesarios para cualquier eventualidad?”.
“Estoy
segura de que en mi país existen personajes con puestos de relevancia nacional
que no planean ni anticipan, que son incapaces de pensar en el efecto de los
actos y que trabajan improvisando siempre, por eso la permanencia de las
situaciones de riesgo poblacional, alimentario, de seguridad y de otros
aspectos de la vida nacional”.
Gabriela
se detuvo, releyó lo escrito y su mirar se entristeció, no veía solución a su
país. “A las personas como yo, que
algunos tildan de realistas o negativas, no nos queda sino continuar a la expectativa de los acontecimientos,
procurando intervenir de manera anónima, desde nuestra pequeñez, para hacer de
los mexicanos con los que tenernos contacto, personas que actúen no de forma
inmediata, sino después de una reflexión, aunque es tan difícil.”
Gabriela
dejó de escribir, no tenía ánimos para continuar, estaba totalmente
decepcionada de la realidad…