Tomado de http://cuis-canarias.blogspot.com
Era de mañana y Marlene tenía una cita en la escuela de sus
hijas, dos niñas simpáticas que cursaban el Primer y 2o. grados; ambas niñas
eran muy parecidas entre sí: delgadas, morenas, con ojos grandes y expresivos y
ambas con cabellos largos y oscuros.
"Maestra, quisiera que viera a mi niña, es muy desobediente y no quiere estudiar". La maestra aceptó el compromiso y se dio a la tarea de indagar qué era lo que ocurría con la niña.
La maestra había hecho la indagación con la niña, se trataba de la mayor de todos los hermanos y parecía sentirse orgullosa de no ser buena estudiante.
Marlene llegó a la cita, se sentía apesadumbrada, es que cargaba tanto dolor y responsabilidad, que su juventud se había desvanecido, su apariencia era la de una mujer sin esperanzas ni objetivos claros.
--Buenos días, maestra.
--Pase, señora. Ya tengo idea de lo que sucede con Alison. Lo que ocurre es que no está en un ambiente motivante y se siente con demasiadas responsabilidades, aunque acepta que no obedece a las indicaciones que le dan ustedes.
--Sí, es grosera, sobre todo con su papá. Lo que más me preocupa es que en este bimestre reprobó casi todas las materias.
--¿Ocurrió algo en casa que haya sido impactante?
--No.--respondió Marlene con voz titubeante.
--Es que tuvo que haber algo. ¿Segura que no ocurrió nada? La niña me dijo que tiene cuatro hermanos y que estaba usted esperando el sexto hijo.
La mujer rompió en llanto.
--Sí, maestra. Pero lo aborté. Me siento muy mal. No sabía qué hacer, yo ya no podría con otro más. Además, mi esposo tuvo que vender su coche para pagar la operación.
--¿Señora, acaso no se cuidó? ¿Por qué sentirse mal si fue su decisión y en realidad, usted no podría atenderlo como se lo merecen los hijos?
--Yo me la pasaba durmiendo, llorando, no quería saber nada. Hasta me alejé de mi familia porque pensaba que me iban a regañar...el sexto hijo.
--¿Señora, qué edad tiene usted?
--26 años.
Las mujeres continuaron la conversación y, tras dar consuelo y seguridad a Marlene, la maestra dijo, para finalizar:
--Señora, Alison necesita un poco más de atención. La espero el próximo viernes para dar a usted y su esposo técnicas de estudio con dos finalidades: una, que la niña mejore su rendimiento escolar y la otra, para que se establezcan lazos de unión fuertes entre ustedes. Con el apoyo que ustedes den a su hija, se fortalecerán los vínculos.
Ya a solas, la maestra quedó reflexionando: "Esta historia es circular, seguro alguna de sus cuatro hijas repetirá la vida de la señora".
"Maestra, quisiera que viera a mi niña, es muy desobediente y no quiere estudiar". La maestra aceptó el compromiso y se dio a la tarea de indagar qué era lo que ocurría con la niña.
La maestra había hecho la indagación con la niña, se trataba de la mayor de todos los hermanos y parecía sentirse orgullosa de no ser buena estudiante.
Marlene llegó a la cita, se sentía apesadumbrada, es que cargaba tanto dolor y responsabilidad, que su juventud se había desvanecido, su apariencia era la de una mujer sin esperanzas ni objetivos claros.
--Buenos días, maestra.
--Pase, señora. Ya tengo idea de lo que sucede con Alison. Lo que ocurre es que no está en un ambiente motivante y se siente con demasiadas responsabilidades, aunque acepta que no obedece a las indicaciones que le dan ustedes.
--Sí, es grosera, sobre todo con su papá. Lo que más me preocupa es que en este bimestre reprobó casi todas las materias.
--¿Ocurrió algo en casa que haya sido impactante?
--No.--respondió Marlene con voz titubeante.
--Es que tuvo que haber algo. ¿Segura que no ocurrió nada? La niña me dijo que tiene cuatro hermanos y que estaba usted esperando el sexto hijo.
La mujer rompió en llanto.
--Sí, maestra. Pero lo aborté. Me siento muy mal. No sabía qué hacer, yo ya no podría con otro más. Además, mi esposo tuvo que vender su coche para pagar la operación.
--¿Señora, acaso no se cuidó? ¿Por qué sentirse mal si fue su decisión y en realidad, usted no podría atenderlo como se lo merecen los hijos?
--Yo me la pasaba durmiendo, llorando, no quería saber nada. Hasta me alejé de mi familia porque pensaba que me iban a regañar...el sexto hijo.
--¿Señora, qué edad tiene usted?
--26 años.
Las mujeres continuaron la conversación y, tras dar consuelo y seguridad a Marlene, la maestra dijo, para finalizar:
--Señora, Alison necesita un poco más de atención. La espero el próximo viernes para dar a usted y su esposo técnicas de estudio con dos finalidades: una, que la niña mejore su rendimiento escolar y la otra, para que se establezcan lazos de unión fuertes entre ustedes. Con el apoyo que ustedes den a su hija, se fortalecerán los vínculos.
Ya a solas, la maestra quedó reflexionando: "Esta historia es circular, seguro alguna de sus cuatro hijas repetirá la vida de la señora".