sábado, 30 de abril de 2011

EL DESENCANTO DE UNA ESPOSA

Hacía varios años que habían contraído nupcias.  Cuando lo hicieron, Fátima se sintió feliz, creía que había encontrado a la persona ideal, correcta para compartir el resto de su vida y lo mismo pensaba Gualberto, hombre serio pero dicharachero que encantaba a su mujer con sólo emitir alguna palabra.
   Ambos comenzaron su vida de casados con una finalidad: vivir juntos hasta el final, es decir, hasta que el destino los llamase a cuentas o, mejor dicho, que la mala suerte se los llevara del mundo terrenal.
   Fátima se sentía desganada, todo lo que había imaginado que sería la vida de casada, tal y como la había visto en películas y leído en las notas sociales de los Diarios, estaba muy alejada de su realidad.
   Gualberto, por su parte, también experimentaba un desengaño: él había pensado que la vida como jefe de familia sería distinta, pues nunca pensó que, al llevar a cuestas la responsabilidad de un matrimonio, tendría que vérselas con las cuentas del gas, del teléfono, de la luz y la alimentación, sin mencionar el pago de la renta de la casa.
tomado de http://www.entrelineas.org

  En fin, las cosas para ambos eran muy distantes a las que presentan en las  cintas cinematográficas.  
Fátima se fue encerrando en sí misma, solamente hablaba con su pensamiento y él, por su parte, se refugió en el trabajo.  "Es lo mejor, así no me enfrentaré a los reproches de ella", pensaba Gualberto.  "No diré palabra, pues si hablo, temo decir algo que pueda resquebrajar aún más esto", se decía Fátima con molestia cuando llegaba Gualberto del trabajo.

  ”La vida en común no debería ser un castigo, sino un compartir experiencias, situaciones, pensamientos, ideales, ilusiones, esperanzas y responsabilidades aunque no siempre sean entendidas por la otra parte de la pareja", le habían comentado a Fátima, pero era tan difícil...