Ambos comenzaron su vida de casados
con una finalidad: vivir juntos hasta el final, es decir, hasta que el
destino los llamase a cuentas o, mejor dicho, que la mala suerte se los llevara
del mundo terrenal.
Fátima se sentía desganada, todo lo que había imaginado que sería la vida de casada, tal y como la había visto en películas y leído en las notas sociales de los Diarios, estaba muy alejada de su realidad.
Gualberto, por su parte, también experimentaba un desengaño: él había pensado que la vida como jefe de familia sería distinta, pues nunca pensó que, al llevar a cuestas la responsabilidad de un matrimonio, tendría que vérselas con las cuentas del gas, del teléfono, de la luz y la alimentación, sin mencionar el pago de la renta de la casa.
Fátima se sentía desganada, todo lo que había imaginado que sería la vida de casada, tal y como la había visto en películas y leído en las notas sociales de los Diarios, estaba muy alejada de su realidad.
Gualberto, por su parte, también experimentaba un desengaño: él había pensado que la vida como jefe de familia sería distinta, pues nunca pensó que, al llevar a cuestas la responsabilidad de un matrimonio, tendría que vérselas con las cuentas del gas, del teléfono, de la luz y la alimentación, sin mencionar el pago de la renta de la casa.
tomado de http://www.entrelineas.org
En fin, las cosas para ambos eran muy
distantes a las que presentan en las cintas cinematográficas.
”La vida en común no debería ser un
castigo, sino un compartir experiencias, situaciones, pensamientos, ideales,
ilusiones, esperanzas y responsabilidades aunque no siempre sean entendidas por
la otra parte de la pareja", le habían comentado a Fátima, pero era tan
difícil...