sábado, 14 de mayo de 2011

UN PADRE ABUELO


Salió del trabajo y se dirigió directamente a la escuela de los niños; debía arreglar  algunos pendientes  relacionados a cuatro de los diez niños.  “Qué hastío, me siento cansado pero debo arreglar esto”, se dijo Miguel con resignación.
Tomado de http://marcosleyjimbo.blogspot.com
   Cuando entró a la escuela, pidió hablar con director pero éste se hallaba supervisando un ensayo de bailables, en los que se demostraba no solamente la creatividad de las profesoras, sino las habilidades estudiantiles. 
   Llegó entonces al aula destinada a las profesoras de Educación Especial, tocó la puerta y cuando entró saludo y al sentarse, dijo así:
--Usted sabe quién soy?  Soy el abuelo de Soraya.  Su mamá se fue de la casa y la niña está a mi cargo.
---Sí, me lo dijo su nieta.  Lo que nos preocupa es que falta solamente4 un bimestre para terminar el ciclo escolar y la menor puede reprobar si no se le atiende.
--Sí, lo entiendo.  Pero mire, ahora que no está su mamá,  Soraya trabaja más, se porta mejor y hace sus tareas en cuanto llega a la casa.  Vengo a ver al director para ver el asunto de mi nietecito, el de 1º. Que es hermano de Soraya.  Fíjese que la maestra no lo integró en el bailable, supone que no tenemos para pagar el disfraz.  Con qué derecho dedición?
--Acaso Beni es hermano de Soraya?
--Sí.
--Usted es también abuelo de Sócrates y Robert?
--Sí.  Mire, tengo tres hija, todas ellas madre solteras.  Así que en la casa vivimos todos, mis tres hijas con sus hijos, además de mi esposa y yo.  Qué se puede  hacer?  Tuvieron mala suerte.
--Bueno, pero entre todos cooperan en las tareas de la casa y en el trabajo, no?
--No.  Yo soy el que trabaja, bueno, una de mis hijas comenzó hace una semana como empleada en una tienda, es la mamá de los dos niños de 3º.
--Ah.
--Mi otra hija, que se llama Belén, no nos apoya en nada.  Ella tiene dos hijos, uno de cinco y uno de cuatro años.  Se la pasa acostada.  L
   Miguel hizo una pausa, respiró profundamente y, con voz entrecortada, prosiguió:
--Sharon, la mamá se Soraya, se fue de nuevo.  Ella tiene cinco hijos, me los dejó.  Mire que los niños no tienen copa alguna, por eso no los desamparo ni tampoco a mis hijas, las quiero mucho.
Mesienopreocupado por Sharon, no sé por qué le gusta la via de la calle, no tenemos idea de dónde pueda estar.
--Pero usted ha pensado qué pasará más adelante, cuando ya no pueda trabajar?  Qué pasará con sus nietos y sus hijas?
--Sí.
--Y?
--Me da temor.  Creo que lo que les espera será difícil, lo bueno es que al menos tienen dónde vivir.
--Pero tiene usted que obligarlas a cumplir con sus responsabilidades.  Mire, vaya delegado  obligaciones de cuidados y algunas económicas a cada una de sus hijas a fin de que ellas se hagan autosuficientes.

   Miguel suspiró preocupado:
--Ellas dejarían  que sus hijos  estuvieran todo el tiempo afuera, no les darían de comer, no les comprarían ropa ni verían que los niños deben hacer tareas…
   La plática que sirvió de descarga a Miguel, que  lleva acuestas una familia que no le corresponde  porque no enseñó sus hijas a ser independientes, le dio nuevamente ánimos para continuar con su  destino, sin pensar o asumir que él puede cambiarlo, el propio y el de sus descendientes.