La maestra especialista en ceguera, que también presenta una
deficiencia visual fue llamada para orientar a una compañera que se enfrenta a
la inclusión de un niño con debilidad visual que cursa el 4º. Grado de
primaria. Lorena se enteró del caso de
Pedro a través de su directora, quien le comunicó que el día que le habían
solicitado que le permitiera salir de su trabajo, había faltado por cuestiones
de salud.
Se hizo una nueva
cita, sería el 18 de diciembre. Lorena
se preparó como siempre y fue al trabajo, lugar en el que esperaría a que
fuesen por ella y la llevaran con el niño y las profesoras. “Qué extraño que
sea este día”, pensó, “Hoy es día de celebración en casi todas las primarias y
no creo que pueda apoyar realmente al niño y a su madre. Pero en fin, voy a ver en qué puedo servir”.
Lorena es débil
visual desde hace veintiocho años, más de la mitad de su edad, se acerca al
medio siglo de vida. Desde hace un par
de años, ella ha sentido cómo ha ido disminuyendo su capacidad visual, así que ha tenido que adquirir nuevas
estrategias para desenvolverse dentro y fuera de su casa, para resolver las
tareas que acostumbra y para reconocer a
personas y lugares. “El bastón me
disgusta, pero ahora sí tengo que usarlo; me rehusaba a expresar a los demás mi
dificultad, pero ahora es mi carta de presentación”, solía pensar.
Al llegar a la
escuela en la que estudia Pedro, el menor débil visual, Lorena fue presentada
con la maestra de apoyo. La joven
maestra no expresó dudas, al parecer no había tema alguno en el que ella necesitara
orientación, así que Lorena dijo:
--Según me dijo tu directora, necesitas orientación para
adaptar la computadora—dijo al tiempo que la joven profesionista anotaba en su
cuaderno todo lo que Lorena decía.
Después, Lorena preguntó acerca del alumno: “Cómo es la visión
de Pedro? Distingue colores? De qué tamaño necesita la ampliación? Por qué le
quitaron la escritura convencional? Cómo es posible que se le dé la caja
matemática “para que el niño conozca el sistema decimal” si es que cursa el 4º.grado? No es una
contradicción que se haya excluido de su repertorio cognitivo la escritura
convencional y se le presentan los números de la caja? No hubo respuesta para todas estas
interrogantes y lo peor fue que ni siquiera pudo conocer al alumno ni a su
mamá.
Lorena regresó
decepcionada, sintió que su visita había sido en vano porque cualquier
indicación o sugerencia que hubiera podido brindar se tejió sobre la base del
desconocimiento, no hubo equidad pues los seres humanos somos, cada uno,
diferentes y lo que se debe proporcionar es lo que en verdad se necesita. En fin.