Los niños al salir del 6o. grado comienzan a tomar riendas sobre
su futuro pues el control ejercido por algunos padres de familia disminuye, hay
menos rigor en la supervisión de tareas, ya no pueden observar si el
adolescente entra o no a clases, no pueden conocer totalmente a sus compañeros
de escuela, etc.
El traslado de la primaria a la secundaria, a pesar de ser ambas pertenecientes a la educación básica, es difícil. Dejan de ser los alumnos a los que la mamá protege y aboga por ellos, pero también son los que serán dejados a su suerte (en sentido metafórico) cuando presentan problemas de abandono parental.
Hoy fue a la escuela la mamá de una alumna cuya inteligencia es normal pero presenta discapacidad múltiple. Juanita posee grandes virtudes, es dulce y atenta, pero presenta discapacidad visual, motora y de lenguaje.
La mañana, que era fría y lluviosa, ambientó el encuentro: ambas, madre e hija, mojadas y tiritando, entraron al aula y después del saludo, inició el diálogo:
--Maestra, vengo porque Juanita está llorando; dice que no quiere ir a la secundaria y prefiere irse a la escuela especial.
De inmediato rechacé esa posibilidad, dije:
--A Juanita le va a costar mucho trabajo pero ha demostrado que puede estar en la escuela. Si has hecho el esfuerzo y has demostrado que puedes estar aquí, debes seguir.
--Pero es que tiene miedo, dice que se van a burlar de ella.
--Se burlarán si no pronunció adecuadamente los fonemas que sí puede articular
La plática continuó, en ella se argumentó la razón por la que Juanita debe continuar sus estudios en una escuela ordinaria: por amor propio. En las escuelas de educación especial se hallan chicos que solamente aprenden actividades rutinarias porque no pueden crear o innovar, porque no pueden discernir y tomar decisiones propias, que requieren una vigilancia constante; ese no es el caso de Juanita.
Yo creo, porque así es como lo vivo, que una persona con discapacidad puede compensar su déficit cuando es reconocida y productiva, cuando sus esfuerzos son valorados por ella misma y por quienes la rodean. Eso es lo que pretendo para esta niña a la que, espero, seguir viendo aún después de que haya dejado la escuela primaria.
El traslado de la primaria a la secundaria, a pesar de ser ambas pertenecientes a la educación básica, es difícil. Dejan de ser los alumnos a los que la mamá protege y aboga por ellos, pero también son los que serán dejados a su suerte (en sentido metafórico) cuando presentan problemas de abandono parental.
Hoy fue a la escuela la mamá de una alumna cuya inteligencia es normal pero presenta discapacidad múltiple. Juanita posee grandes virtudes, es dulce y atenta, pero presenta discapacidad visual, motora y de lenguaje.
La mañana, que era fría y lluviosa, ambientó el encuentro: ambas, madre e hija, mojadas y tiritando, entraron al aula y después del saludo, inició el diálogo:
--Maestra, vengo porque Juanita está llorando; dice que no quiere ir a la secundaria y prefiere irse a la escuela especial.
De inmediato rechacé esa posibilidad, dije:
--A Juanita le va a costar mucho trabajo pero ha demostrado que puede estar en la escuela. Si has hecho el esfuerzo y has demostrado que puedes estar aquí, debes seguir.
--Pero es que tiene miedo, dice que se van a burlar de ella.
--Se burlarán si no pronunció adecuadamente los fonemas que sí puede articular
La plática continuó, en ella se argumentó la razón por la que Juanita debe continuar sus estudios en una escuela ordinaria: por amor propio. En las escuelas de educación especial se hallan chicos que solamente aprenden actividades rutinarias porque no pueden crear o innovar, porque no pueden discernir y tomar decisiones propias, que requieren una vigilancia constante; ese no es el caso de Juanita.
Yo creo, porque así es como lo vivo, que una persona con discapacidad puede compensar su déficit cuando es reconocida y productiva, cuando sus esfuerzos son valorados por ella misma y por quienes la rodean. Eso es lo que pretendo para esta niña a la que, espero, seguir viendo aún después de que haya dejado la escuela primaria.