Sharon, de 17 años, era una joven
atractiva y alegre, gozaba de gran popularidad en la preparatoria pues era
porrista y sus saltos eran admirados por toda la afición al futbol americano.
Sahron salía con Johnn, el
jugador estrella del equipo de la escuela; ambos eran un éxito, cuando asistían
a las reuniones, bailaban y cantaban incansablemente, disfrutaban su
popularidad y la acrecentaban a cada paso que daban, cualquier mirada,
cualquier palabra que dijeran, algún movimiento o peinad, todo era digno
de mención y de imitación.
Un buen día, Sharon observó que
su traje le comenzaba a quedar pequeño, que sus formas se iban diluyendo, que
quería dormir casi todo el día y que no aceptaba cualquier alimento...
--Johnn--dijo con voz baja y temerosa-- creo que
estoy embarazada.
--¿Qué dices? ¿Estás segura?--contestó el
joven sorprendido.
--Sí, y no sé qué es lo que debo hacer, no sé cómo
decirle a mis padres, no sé cómo enfrentar esto y no puedo hacerlo yo
sola. Por favor, acompáñame a decirles--dijo ella con voz
suplicante.
--Ni lo pienses. Ese niño quién sabe de
quién será.
--¿Cómo te atreves a decirme esto? ¿Por
supuesto que eres tú el padre, quién más podría ser?
--Pues olvídate de mí-- concluyó Joynn y,
dando la vuelta, se fue de la vida de Sharon.
Ella enfrentó a sus padres, les tuvo
que informar que el muchacho que la había embarazado no quería saber más de
ella. Los padres aceptaron la situación y dieron su apoyo a la joven, pero
cuando nació el bebé la dejaron sola, con la finalidad de que ella se
hiciera responsable de todo lo que implica un nuevo ser.
Sharon, con 18 años de edad, intentó
trabajar, pero le fue imposible porque tenía que cuidar al bebé, a quien llamó
Gorge. Fue a la casa de amigas, de tíos, de primos para solicitar
su apoyo; así vivió u un año, tiempo en el que se convenció que la crianza y
manutención del niño y la propia eran imposibles por la incompatibilidad de
tiempo, es decir, si atendía al niño no debía trabajar y si quería tener los
satisfactores necesarios para ellos, debía dejarlo solo.
Un día de octubre de 1964 tomó la
decisión y entregó al pequeño George a un matrimonio para que lo cuidaran, quisieran
y atendieran como hijo propio; a cambio, ella prometió no volver a verlo.
Pasaron los años, Sharon casó con
un trabajador de la construcción, se establecieron en un modesto barrio
de New York y compartieron su vida, pero no tuvieron descendencia. Con
cuánta lástimas Sharon recordaba su pasado, cuando tenía entre sus brazos a
George, imaginaba que lo arrullaba para dormirlo y creía escuchar su risa...
Peter, el esposo de Sharon, era un
hombre paciente, bueno, comprensivo, paciente y ambos se resignaron a
tener la alegría que les proporcionaban los niños ajenos. Juntos salían
al parque, caminaban cobijados por la sombra proyectada por los árboles,
se sentaban en una banca y miraban a los niños, se distraían viéndolos
correr, brincar, jugar a la pelota. De vez en cuando, llamaban a un niño
y platicaban con él, le contaban cuentos, le compraban helados, todo ello con
el permiso de los padres.
Hace cuatro años, George Jr.,
supo que su padre había sido adoptado y se dio a la tarea de buscar a su
abuela, de la que solamente sabía su nombre. La búsqueda fue larga y
agotadora, pero George Jr. es joven y estaba motivado por conocer a
alguien de la familia, pues su abuela es lo único que le queda. Sus
padres murieron en un accidente automovilístico.
En diciembre de 2009 George Jr.
encontró a Sharon. La observó, era una mujer de 65 años que aún tenía
restos de su antigua belleza, sus ojos azules y expresivos le hablaron acerca
de lo que había sufrido sin su pequeño George, de las carencias y de lo triste
que había sido su vida sin un hijo.
Por su parte, Sharon, que es viuda
desde hace más de diez años, vio en su nieto a un hombre joven, atractivo,
dinámico y emprendedor. Comenzaron a salir para platicar y conocerse,
para compartir experiencias, emociones, sentimientos, pensamientos, ideas,
propuestas, expectativas, prejuicios, etc.
Ahora, los dos, abuela y nieto viven
juntos, en pareja. Buscan una mujer que les dé la oportunidad de ser
padres para sellar su amor.
Este caso de incesto es totalmente
increíble, la abuela y el nieto al ser pareja y tener un hijo, harán un
revoltijo familiar, es decir, la señora Sharon tendrá un hijo que, a la vez,
será su bisnieto ya que será hijo de su nieto.
Por su parte, George Jr. tendrá un
hijo que, al mismo tiempo, será su tío pues es hijo de su abuela.